La avalancha de refugiados rohinyás que llega a Bangladesh no hace más que aumentar y ya superan el cuarto de millón los miembros de esta minoría musulmana que han huido de Birmania (Myamar) en las dos últimas semanas, una crisis que no parece que vaya a remitir en próximos días.
Tras un recuento realizado en profundidad durante las últimas 48 horas para las agencias del sistema de las Naciones Unidas, la cifra se disparó ayer hasta los 270.000 refugiados, más de 100.000 personas por encima de las contabilizadas el jueves 7.
La mayoría de ellos, unos 130.000, se están alojando en asentamientos temporales y campamentos ya existentes, aunque también un número significativo se encuentran en cunetas. "Es una crisis de refugiados en toda regla y esto es una emergencia de protección infantil", dijo a Efe la jefa del Trabajo de Campo de Unicef en Bangladesh, Sara Bordas. "La situación es bastante dramática (...). Estos numeros que hay ahora seguramente aumentarán", añadió.
Bordas destacó la urgencia de dar respuesta a las necesidades sanitarias, nutricionales y de protección de los refugiados, y en especial de niños y mujeres.
Mientas tanto la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) pidió ayer al Gobierno birmano, liderado de facto por Aung San Suu Kyi, que tome medidas urgentes para resolver el problema de la violencia en el estado de Rakain, a fin de que la minoría musulmana rohinyá no tenga que huir. La "Acnur insta a medidas urgentes para resolver de raíz las causas de la reciente ola de violencia", dijo el organismo. El portavoz de la Acnur en Bangladesh, Joseph Surjamoni Tripura, comentó a EFE que de momento, "dada la tendencia", nada parece indicar que el flujo vaya a disminuir en los próximos días.
La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) alertó en un comunicado de que mucha gente no está pudiendo recibir ayuda porque se ha ido estableciendo muy lejos de los centros de apoyo en los que se está brindando asistencia.