Con un gol del defensor argentino Marcos Rojo, cerca del final del cotejo la selección de Argentina clasificó a los octavos de final del Mundial de Rusia 2018.
Fue un pase agónico, marcado por un penal innecesario de Mascherano que dio vida a las Super Águilas, quienes al contragolpe dieron mil y un sustos a la Albiceleste, hasta que anotó Rojo.
Era la última bala de Argentina, la última bala de Messi. Sin red, ni siquiera sin depender en realidad de sí mismos, llegaba la Albiceleste a San Petersburgo, obligada a ganar o a ganar. E incluso eso podría no bastarle si Islandia ganaba a Croacia, ya clasificada, aunque los balcánicos cumplieron con su parte y ganaron 1-2.
Para ello, Sampaoli incluyó el anunciado cambio en la portería de Franco Armani por Willy Caballero y se agarró a los 'históricos', introdujo a Éver Banega en el centro del campo para el 4-4-2 y a Marcos Rojo en la defensa junto a Nicolás Otamendi. En la delantera, optó por Gonzalo Higuaín en lugar del “Kun” Agüero.