Brasil llega al epílogo de la fase de grupos del Mundial con necesidad de puntos, al menos uno para cuadrar caja, y sin el estatus de la selección potente que obtuvo la clasificación a Rusia con varias jornadas de anticipación y mucha distancia sobre el segundo.
De frente se encontrará hoy a las 14:00 (hora boliviana) en Moscú con la selección de Serbia, cuyos jugadores dicen que nada tienen que perder ante un rival que se juega el prestigio.
Pero los de Mladen Krstajic saben que pueden ganar mucho si le arrebatan los tres puntos a la Canarinha. Con ese botín estarían asegurados en octavos de final como sorprendentes líderes del Grupo E que completan Suiza y la ya eliminada selección de Costa Rica.
Sería la primera vez que el fútbol serbio llega tan lejos desde que se tornó independiente.
Brasil ha sufrido en las sus dos primeras salidas, y no porque sus rivales hayan sido superiores. Parece insólito pero los jugadores del frente de ataque, habituados todos a marcar goles de todas las facturas, han tenido en Rusia poca precisión frente a la puerta rival.