
Real Madrid reaccionó a su indolencia de Ipurua aumentando el compromiso y la entrega frente a un Valencia con dos caras, al que castigó a base de físico su desconexión del primer acto y sentenció al contragolpe en un encuentro con una parte para cada equipo, con Bale silbado e Isco de meritorio.
Era un partido que marcaría una tendencia. Un Real Madrid mejorado físicamente, mostrando el efecto de la mano de Pintus, frente a un Valencia aturdido de inicio que frenó en seco su reacción liguera tras dos victorias consecutivas. El desgaste de la Liga de Campeones lo acusó en las piernas y en el ánimo. Se asfixió ante la presión madridista y le faltó puntería cuando reaccionó.
Porque comenzó con todo en contra el equipo de Marcelino, cediendo ante el empuje inicial del Real Madrid. Ya había perdonado dos un Benzema implicado, cuando apareció Carvajal, apuró su banda y el centro lo remató dentro de su propia portería Wass. Se cumplía el minuto 8 y todo se ponía de cara para los de Solari, con viento a favor para ganar confianza las caras nuevas.