
Chile se clasificó ayer para la final de la Copa Confederaciones al derrotar a Portugal en la ruleta rusa de los penaltis (3-0) con Claudio Bravo como héroe, ya que paró los tres penaltis lanzados por los futbolistas portugueses.
El fútbol premió al más valiente, ya que Chile atacó más y dispuso de las mejores ocasiones de gol y disputará el domingo en San Petersburgo la final del torneo ante el ganador de la segunda semifinal entre Alemania y México.
Fue un partido trabado en el que Chile quiso el balón, pero le faltaron fuerzas para desarbolar a la defensa rival, y a Portugal le sobró oficio, pero careció de ambición, en lo que pareció una repetición de la Eurocopa, aunque ésta vez le salió cruz.
Como era de esperar, el técnico de La Roja, Juan Antonio Pizzi, dejó en el banquillo a Fuenzalida e introdujo a Pablo Hernández como guardaespaldas del cerebro de La Roja, Marcelo Díaz, ambos futbolistas del Celta.