Fotos: Shirley María Cruz Quispe
Los deudos de las personas que fallecieron en el último año terminaron de armar esta mañana las "tumbas" de sus difuntos y se preparan a recibir a los visitantes en este día que el santoral católico dedica a Todos los Santos.
Aunque el componente católico es mayoritario, la tradición tienen mucho de las culturas andinas, ya que está vinculada al culto a los muertos que en el incario era conocida como Aya Marcay Quilla y coincidía con lo que hoy conocemos como noviembre. A eso se sumaron las costumbres que trajeron los españoles y eso determinó una mestizaje cultural que dio como resultado esta tradición, que está fuertemente arraigada en Potosí.
Las "tumbas" son altares funerarios en los que se supone permanece el alma del difunto desde el 1 al 3 de noviembre. Se dice que los muertos llegan al mediodía y eso se puede advertir con una ráfaga de viento helado que sopla justo a las 12:00 del 1 de noviembre.
Entonces, la "tumba" ya tiene que estar lista para esa hora. Se supone que el difunto se instala, se sirve lo que más le gustaba en vida (platos y bebidas que deben estar en la tumba) y a las 14:00 debería abrirse la puerta de la casa de la familia doliente para recibir a la gente que llega a ofrecer sus oraciones. Aquí está el conflicto porque, en los últimos años, eso se ha convertido en una gran carga económica para los deudos.
Cuando una "tumba" es abierta, cualquiera puede entrar a ofrecer oraciones, pero lo ético y educado sería que solo ingresen las personas que conocieron al difunto, o fueron invitadas por la familia. Lo que ocurre, en cambio, es que grupos numerosos de personas recorren las "tumbas" e ingresan en todas las que ven abiertas, aunque no hayan conocido al difunto. Eso detemrina que las "tumbas" sean visitadas por grandes cantidades de personas a las que hay que dar comida y bebida. Debido a ello, muchos han optado por desarrollar la costumbre a puerta cerrada y, por eso, la tradición está retrocediendo mientras costumbres exttranjeras como "Halloween" avanzan a pasos agigantados.
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