
En septiembre de 1865, el país entero se había levantado en contra de la dictadura del general Mariano Melgarejo. La magnitud del levantamiento hacía pensar que había llegado a su fin el régimen inaugurado el 28 de diciembre del año anterior, pero el tirano, conocido por su audacia y crueldad, no estaba dispuesto a entregar el mando sin dar pelea.
La Paz se había sublevado el 25 de marzo, proclamando presidente a Casto Arguedas, aprovechando que Melgarejo marchó a Cochabamba, pero la rebelión siguió en el sur, así que el dictador se dirigió a esa región. El combate mayor se desarrolló en La Cantería de Potosí, el 5 de septiembre. Las fuerzas constitucionales, integradas por potosinos, chuquisaqueños y cochabambinos, fueron derrotadas y algunos de sus líderes fusilados, como fue el caso del poeta Néstor Galindo.
Tras ese desastre, Arguedas se puso al frente de las fuerzas constitucionales y salió al encuentro de las de Melgarejo. A su paso, las tropas del presidente causaron pánico porque arrasaron cuanto pudieron. “Melgarejo ha salido de Potosí, ha pasado por Sucre i viene por el camino de Oruro, sembrando en su paso el terror i la desolacion. A su espalda quedan humeando las ruinas del pequeño pueblo de Pocoata, cuyo incendio ha comenzado Melgarejo por su propia mano”, publicó Sotomayor Valdez.
Según este autor, cuyo libro se publicó en 1872, apenas siete años después de los hechos, el choque final fue en Viacha, “sobre un campo onduloso, conocido con el nombre de Letanías”. Debido a la ferocidad de las tropas del tirano, el triunfo le favoreció nuevamente: “Despues de media hora de combate habian abandonado el campo muchos de los soldados i jefes del ejército constitucionalista, i en una hora mas todo estaba concluido, quedando el ejército de Melgarejo dueño del campo, i tendidos en él mas de seiscientos muertos i una multitud de heridos. Los jefes principales del ejército de la Paz habian desaparecido, dejando al vencedor mas de quinientos prisioneros”. Ocurrió el 24 de diciembre de 1865, menos de un año de que Melgarejo tomó el poder.
Destruidos sus enemigos, el tirano ingresó triunfante a La Paz. O’Connor D’arlach publicó que intentó ingresar montado en un cañón mientras que otros afirman que sus prisioneros sí lo hicieron, pero amarrados a esas baterías. Eran, indudablemente, días de gran horror, causados por un hombre que se negaba a dejar el poder.
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