A partir de este 2 de noviembre, los potosinos que cumplieron con la tradición secular de visitar las “tumbas” o altares funerarios que fueron armados en memoria de los fallecidos recientes comienzan a disfrutar de las masitas y otros bocadillos que les fueron entregados por los dolientes.
La visita a las “tumbas” es una de las características de la celebración de Todos Santos en Potosí. En la mayoría de los casos, la “tumba” está en el domicilio de la persona fallecida y la puerta está abierta para los visitantes. Debido a que esta permisividad dio lugar a que caravanas de visitantes acudan a las “tumbas”, se ha hecho cada vez más frecuente que la puerta esté cerrada así que solo tienen acceso quienes fueron expresamente invitados.
Los grupos de personas recorren la ciudad y entran allá donde ven crespones negros, que son la señal de que allí está una “tumba”. Se supone que debe haber reciprocidad, así que los dolientes esperan que se ore por el alma del difundo. En agradecimiento, entregan las masitas en envases de todo tipo. Actualmente se los entrega en paneros, portaviandas y “tuppers” que luego pueden ser utilizados en actividades diarias.
La variedad de envases es impresionante y también se ha popularizado la inclusión de códigos QR que son enlaces a plataformas digitales en las que se puede ver y escuchar la música que le gustaba al difunto. En menor medida, los enlaces llevan hacia vistas de fotografías o imágenes del fallecido.
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