La tensión e incertidumbre marcaron ayer la entrada a la fuerza de la caravana migrante al sur de México, donde cientos de centroamericanos cruzaron el Río Suchiate pese a la presencia de la Guardia Nacional mexicana y tras un fallido diálogo con el Instituto Nacional de Migración (INM).
Agentes de las fuerzas mexicanas de seguridad se situaron a lo largo del río, en el suroriental estado de Chiapas, para contener a gran parte de los 5.000 migrantes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, a quienes incluso golpearon y rociaron gas lacrimógeno para evitar su ingreso irregular al país.
La caravana, que partió el miércoles pasado de Honduras con destino a Estados Unidos, tomó esta medida cuando el Gobierno mexicano negó la solicitud de libre tránsito que los migrantes habían solicitado horas antes en el puente fronterizo Rodolfo Robles con una carta al presidente, Andrés Manuel López Obrador.