
La última cumbre trilateral sobre Siria que celebraron en Ankara Recep Tayyip Erdogan, Vladímir Putin y Hasan Rohaní, presidentes de Turquía, Rusia e Irán, respectivamente, no consiguió limar sus diferencias, pese a coincidir en buscar una salida negociada a la guerra civil que devastó el país.
Al igual que en las cuatro citas precedentes, desde la primera en noviembre de 2017 en la capital kazaja, Astaná, los mandatarios expresaron su voluntad de proteger la integridad territorial de Siria.
Pero eran obvias las diferencias entre, por una parte, Putin y Rohaní, que apoyan al régimen de Bashar al Asad en este conflicto, y, por otra, Erdogan, cuyo Gobierno respalda a milicias alzadas en armas en el norte del país.
El punto principal en la agenda esta vez era la región de Idlib, en el noroeste de Siria, donde se suceden bombardeos del régimen contra esos grupos armados, en gran parte islamistas.