
La carretera que conduce a Mosul, principal bastión del grupo Estado Islámico (EI) en Irak está sembrada de minas, como los pueblos están plagados de trampas-bomba y horadados de túneles, en un intento de los yihadistas de ganar tiempo y ralentizar el avance de las fuerzas iraquíes y kurdas.
Los primeros obstáculos alzados por los fundamentalistas armados fueron muros de tierra que bloqueaban en varios puntos las vías que conducen a Mosul, transitada por vehículos militares y desplazados que huyen de los combates o que regresan a visitar las casas que abandonaron hace más de dos años.
Junto a una de estas barreras en la carretera que une Erbil con Mosul, una cuarentena de artefactos explosivos desactivados recuerdan el peligro que acecha en todo el recorrido, en el que pequeñas banderas rojas advierten también de la presencia de amenazas. "No se salgan del camino", advierten los militares a los periodistas que visitan las zonas liberadas, porque cualquier cosa puede ser una trampa-bomba.
"Esas son las verdaderas armas del Daesh (acrónimo en árabe del EI), pero las fuerzas de seguridad han conseguido hacerles frente, resolver el problema de las trampas y los artefactos explosivos y avanzar", asegura a EFE Waziq Abdelqader al Hamdani, jefe de la policía de la provincia de Nínive, de la que Mosul es su capital.
Las controvertidas milicias chiíes Multitud Popular han abierto ayer un nuevo frente contra los yihadistas por el hasta ahora desatendido frente occidental de Mosul, mientras el Ejército liberó la localidad de Al Shura, la principal barrera defensiva del grupo Estado Islámico (EI) en el eje meridional.
El portavoz de la Multitud Popular, Ahmed al Asadi, anunció que sus tropas se han unido ayer a los combates en el frente oeste de Mosul, después de que recibieran luz verde por parte del primer ministro iraquí, Haidar al Abadi.