El horario de verano marcaba las 05:30 en España y en Bolivia ya eran las 11:30. Esas son las horas en las que Samuel Blanco Blanco pasó a mejor vida. Doble horario para un deceso que provoca triple luto. En vida, Samuel estuvo ligado a Potosì por tres razones: una industria molinera, un equipo de fùtbol y un periódico. Por razones obvias, todos se llaman Potosí.
La Villa Imperial, la ciudad cuya plata forjó el imperio español, en tiempos de Felipe II, marcó para siempre a este soriano que, cuando llegó, jamás imaginó que se convertiría en parte de su vasta historia. Llegó muy joven, alentado por la posibilidad de trabajo de la que le habló un pariente y después, luego de años de arduo trabajo, se asoció con inversionistas con los que se creó Industrias Potosí, una empresa molinera que subsiste hasta hoy pese a la competencia desleal del contrabando.
Samuel entendió el daño que la ilegalidad le causaba a la industria nacional y luchó contra el contrabando. Hubo un tiempo en el que los intermediarios huían al verlo venir. "¡El español!, ¡el español!", decían. En las frías calles potosinas, el gentilicio tenía tufo de insulto. A Blanco se lo sacaban siempre, y a él le dolía, porque había aprendido a amar a la ciudad en la que trabajaba sin horarios. Tanto la amó que la defendió sobre todas las cosas. Su defensa pública más conocida fue en el estadio "Patria", de Sucre, cuando Real Potosí se enfrentaba a Independiente Petrolero. En el fragor del partido, salió de la casamata y comenzó a vivar a su equipo. Saltaba a lo largo de la línea lateral del campo de juego elevando el puño derecho: "Real... Potosí, Real... Potosí". El espectáculo duró hasta que el árbitro ordenó su expulsión.
Hoy en día, nadie duda que la gran pasión de Samuel Blanco fue Real Potosí. Fanático del fútbol, y del Real Madrid, se juntó con futbolistas como Héctor Bertaina para fundar una academia de fútbol cuyo nombre fue el resultado de cambiar a la capital española por la Villa Imperial. Al equipo le fue bien pero, para llegar a la primera división, había que sortear la burocracia de la categoría B. Como a él le gustaba la acción directa, optó por lo más fácil: comprar un equipo de esa división y el que aceptó sus condiciones fue el del extinguido Banco Minero (Bamin). Por esa razón, el equipo se llamó, de inicio, Bamin Real Potosí.
El club subió como la cerveza y salió campeón de la Copa Simón Bolívar, lo que significaba clasificar directamente a la entonces denominada Liga del Fútbol Profesional Boliviano. Hasta entonces, Potosí llevaba años sin tener primera división, así que la hazaña se multiplicó por diez. Samuel Blanco era el hombre del momento así que, casi por inercia, cuando se fundó el periódico El Potosí, se le ofreció la dirección. Corría 2001 y, aunque Samuel había soñado ser periodista algún día, el desafío le pareció demasiado. Solo las reuniones con el equipo fundador del diario lo convencieron de aquella decisión.
Así, Samuel Blanco Blanco llevó a Potosí por triple partida: Industrias Potosí, Real Potosí y El Potosí.
Mientras estuvo al frente del equipo, este no paraba de crecer. Clasificó a la Copa Libertadores de Amèrica y llegó a ser campeón del fútbol boliviano. Los gastos siempre superaban los ingresos y Blanco cubría la diferencia con sus recursos. Durante su presidencia, Real Potosí tuvo en propiedad los pases de varios jugadores.
Y aunque su familia lo convocaba, él no quería irse. Lo expulsó su salud, deteriorada por la cantidad de tabaco que consumía. Primero se fue a Santa Cruz, donde permaneció algunos años, hasta que una fibrosis pulmonar le quitó todo su ímpetu. Los médicos le dijeron que necesitaba un transplante de pulmón, así que volvió a su natal España. Allí, esperó que haya disponibilidad de algún donante y, aparentemente, fue demasiado tiempo. Cuando le cambiaron uno de sus pulmones, su salud se había deteriorado tanto que ya no podía ni viajar. Permaneció en Barcelona y, cuando estalló la pandemia, se alejó del mundo porque los médicos le advirtieron que, con sus pulmones en ese estado, no soportaría la covid-19.
Pero no se lo llevó el virus maldito sino la fibrosis que, por segunda vez, lo asaltó para quitarle la vida que le quedaba. Murió a las 05:30 de España y 11:30 de Bolivia y la noticia de su fallecimiento sacudió a un Potosí que tocó el cielo de la mano de Samuel Blanco.
El mejor potosino que parió España se fue el 2 de octubre de 2021 y dejó un triple legado: tres veces Potosí.
(Juan José Toro Montoya)
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