Es ponerse la camiseta nacional y el madridista Eden Hazard se vuelve imparable. En Rusia, donde brilló como pocos en el pasado Mundial, marcó dos goles y dio una asistencia a su hermano, Thorgan, en solo 45 minutos.
Se le vio con ganas al belga desde que saltó al Gazprom Arena de San Petersburgo. Pedía el balón y tenía ganas de demostrar que estaba listo para el partido.
Al borde de los 20 minutos asistió a su hermano y a los 33 empalmó brillantemente un balón que le vino del cielo a varios metros del borde del área grande.
Después fue su compañero de batallas, De Bruyne, quien le asistió generosamente para que marcara a puerta vacía en el 40.
La segunda parte fue placentera para los belgas, pero Eden, que había encontrado su paraíso particular en la antigua capital zarista, no dejó de buscar la portería rival.