El orgullo de una Croacia luchadora y agresiva tumbó a España en Zagreb y la dejó rezando en casa por un empate en Wembley en la última jornada que le de el pase a la fase final de la Liga de las Naciones que no se ganó en el campo, condicionada por tres errores individuales, dos graves de David de Gea.
El todo o nada representaba un examen a la madurez de la España de Luis Enrique. Su inmaculado camino se torció cuando menos esperaba, frente a Inglaterra en Sevilla y ahora buscaba reinvindicarse ante la subcampeona del mundo.
Si algo marca el fútbol croata es el orgullo, por encima incluso de la calidad de futbolistas como Modric o Rakitic, que ponen el sentido a su juego. Para sacar algo positivo, España tendría que bajar al barro en el otro fútbol y ahí nunca fue experta. Su intención fue salir por la posesión para frenar el ímpetu local, pero la verticalidad del rival generó sufrimiento.