
El tres veces primer ministro italiano Silvio Berlusconi, fallecido ayer, lunes, a los 86 años, ha sido uno de los personajes más relevantes de la vida pública de Italia del último medio siglo: magnate de un imperio mediático, cambió el modo de hacer política y se convirtió en el precursor del populismo encarnado por Donald Trump.
Empresario de éxito y uno de los hombres más ricos de Italia, fue un incombustible animal político que aprovechó el vacío dejado por la desaparición de la Democracia Cristiana y, con un estilo de triunfador “hecho a sí mismo”, ganó las elecciones casi de inmediato y se mantuvo en primera línea desde 1994 hasta el final de su vida.
Al frente del Gobierno italiano en tres ocasiones (1994-1995, 2001-2006 y 2008-2011) y, a pesar de caer en desgracia en 2011, tras ser inhabilitado por su condena por fraude fiscal, Berlusconi regresó al Parlamento como senador en 2022, cuando su partido se asoció al Gobierno de coalición de la ultraderechista Giorgia Meloni.
Estuvo envuelto en numerosos juicios por corrupción y abuso de poder: el escándalo más sonado fue el llamado “caso Ruby”, apodo de la joven marroquí con la que Berlusconi supuestamente mantuvo relaciones sexuales cuando ella era menor, aunque también se le acusó de haber negociado con la mafia siciliana (Cosa Nostra) en los 90. Todos acabaron en absolución o en la prescripción del delito.