
El presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, llegaron ayer a Singapur con grandes esperanzas para su cumbre de este martes 12, la primera de la historia entre los representantes de los dos países.
Kim fue el primero en aterrizar en la ciudad-estado asiática después de tener en vilo durante horas a los medios de comunicación, que trataban de averiguar en cuál de los tres aviones que despegaron desde Pionyang viajaba el líder del hermético país.
"El mundo entero está pendiente de esta cumbre histórica", dijo el líder norcoreano poco después de su llegada, al comienzo de una reunión con el primer ministro singapurense, Lee Hsien Loong.
Trump fue más escueto cuando llegó a Singapur a última hora de la tarde después de un largo viaje desde Canadá, y se limitó a asegurar que se sentía "muy bien" respecto a la cumbre antes de desplazarse a su hotel.
Éste es el viaje más largo que ha hecho Kim -cuyas dos únicas visitas al extranjero fueron a China en marzo y mayo de este año-, y para el trayecto de más de 4.700 kilómetros hasta Singapur eligió un Boeing 747 de la compañía estatal china Air China. Pero también despegó desde Pionyang hacia Singapur el avión privado de Kim, un Ilyushin IL-62M, apodado "Air Force Un", en contraste con el Air Force One estadounidense.
Muchos analistas habían especulado sobre las posibles dificultades de esa aeronave de 39 años de antigüedad para cubrir el trayecto hacia Singapur, y Kim optó finalmente por aceptar la ayuda china, aunque envió además su avión privado, posiblemente como medida de seguridad.
También llegó un avión de transporte de fabricación rusa, que se cree que transportaba alimentos, vehículos, armas autorizadas y otros suministros para la visita del líder norcoreano.