
El hombre que reescribió los libros de récords y salió al rescate de su deporte se despide. Sus aceleraciones en los 100 metros y en el relevo 4x100 de Jamaica en el Mundial de atletismo, que arranca el próximo viernes, deben terminar con otro par de medallas de oro.
Aunque no se retira invicto, Bolt puede presumir de algo singular: ser un atleta que nunca perdió en las citas de mayor magnitud. Y con su don para entretener al público, sumado a su extraordinaria velocidad - su gusto por los McNuggets de pollo para cenar, su pose con el brazo izquierdo extendido-, se cargó encima a un atribulado deporte, haciéndolo atractivo y relevante.
Desde que su era de dominio empezó en 2008, Bolt arrasó en los Juegos Olímpicos - nueve de nueve - en los 100, 200 y el relevo corto -le despojaron de una de esas medallas debido al positivo por dopaje de un compañero de la posta en 2008. Se aburrió de fijar récords mundiales en las tres pruebas. Sus marcas de 19,30 y luego de 19,19 segundos en los 200 metros fueron consideradas imposibles de superar. Se planteó bajar de los 19 segundos en Río de Janeiro el año pasado, y al quedarse corto, quedó claro que esa barrera estará intocable durante varios años.