Los suplentes del Real Madrid aliviaron el dolor de la derrota ante el Wolfsburgo y, dirigidos por un gran Cristiano Ronaldo, golearon al Eibar 4-0 para mostrar el camino hacia la remontada que tiene que afrontar el conjunto blanco, el próximo martes, frente al conjunto alemán.
El jugador portugués mostró su cara más amable y, tal vez, la más beneficiosa para su equipo. Completó uno de esos partidos en los que decidió no llenarse de balón para jugar con más generosidad que amor propio. Y, con esa actitud, el ataque blanco subió enteros.
Cristiano dio un par de asistencias de gol y marcó otro para fundirse a la perfección con ocho compañeros poco habituales en las alineaciones de Zinedine Zidane, que apostó fuerte con un once inicial repleto teóricos suplentes.
La herida de Wolfsburgo era profunda y tenía que poner una venda para reparar los daños del pasado miércoles. El técnico francés, por un lado, arriesgó al poner nombres con menos ritmo de competición. Pero, por otro, reservó a otros que tal vez necesitaban un descanso antes de la cita decisiva del Wolfsburgo.