Hace casi dos siglos, el 29 de marzo de 1825, el coronel Carlos Medinaceli Lizarazu le dirigía una carta a su superior, el mariscal Pedro Antonio de Olañeta, pidiéndole que capitule ante las fuerzas rebeldes que ya estaban ocupando el territorio de Charcas, o Alto Perú, y eran encabezadas por el también mariscal Antonio José de Sucre.
Este documento, del que existe una copia manuscrita de la época en el archivo y biblioteca central de la UMSA, es la prueba de que las acciones que rematarían en la Batalla de Tumusla comenzaron a fines de marzo de 1825, y no antes, puesto que una copia de la carta llegó a poder de Sucre que, a su vez, envió una respuesta que permite saber desde cuándo existía un nivel de coordinación con Medinaceli.
La carta del 29 de marzo fue publicada completa por el periódico paceño El Titicaca que, por lo que se ve, tuvo acceso a los papeles que pertenecieron al general José María Pérez de Urdininea que están en la UMSA y contienen, entre otros, documentos vinculados a la batalla de Tumusla.
En esa misiva, Medinaceli le pedía a Olañeta que capitule, dada la situación en la que se encontraban sus tropas, rodeadas por el ejército que venía del norte, liderado por Sucre, y las fuerzas que subían del sur, y estaban encabezadas por José María Pérez de Urdininea. Le decía que él no era un subordinado más, por cuanto debía responder por el mando de su partido; es decir, el de Chichas. Todavía para esa fecha, 29 de marzo de 1825, Medinaceli reiteraba su lealtad al rey de España pero advertía que, si Olañeta persistía en no capitular, entonces ya no debería contar con él. Le estaba avisando, indirectamente, que defeccionaría.
El texto de esa carta es el siguiente:
"Señor general en jefe Don Pedro Antonio de Olañeta
"Jamás incurriré en la nota de infidencia, si al Rey ni a VS. por hablar una vez: y es que las circunstancias que nos rodean son tan fatales que casi creo imposible que podamos siquiera lisonjearnos. VS me participa que el enemigo de arriba está ya en inmediaciones de esa Villa y el de abajo que se halla en Tupiza, indudablemente opera convenido con Tarija, Sinti, Lipez y los Pueblos. ¿Con qué si nuestra reunión es en Vitichi, qué ventaja podemos sacar con nuestra poca fuerza, y hostilizados por todas las fronteras? Nada otra cosa que la muerte infructuosa. En este apuro creo yo que el único arbitrio para evitar la efusión de sangre es el que VS. capitule que así serán sin duda mayores las ventajas: porque a vista de cuanto se presenta en todo este partido advierto que mis tropas y todo el vecindario no aspiran ya otra cosa que a la paz: y a evitar los estragos que una guerra ya infructuosa debe ocasionar: está pues en manos de VS. el salvarse y salvarnos. Si cede en su empeño, y capitula, tendrá como hasta la presente un verdadero súbdito y amigo; pero si no, no cuente VS. conmigo, ni con este partido, ni con mis ligeros arbitrios: ojalá no estuviera a la cabeza de este, y con una investidura que no trabajando con fruto me haré responder a Dios y a los hombres: si solo fuese un subalterno, no tendría más que obedecer; pero trato de salvar este partido sin dar lugar por esto a que VS. cree que procedo por asomo alguno de traición, sí solo por el bien común y una paz ya tan deseada.
"Dios guarde a VS. muchos años
"Carlos Medina Celi"
Una copia de esta carta fue enviada a Leandro Usín que a fines de marzo asumió el cargo de presidente de Potosí, que desempeñaría apenas unos días. Usín se la mostró a Sucre, así que este le envió la siguiente Carta a Medinaceli:
“Al Sr. Coronel D. Carlos Medina Celi — Potosí, Abril 1º 1825
“S. C.
“Acabo de ver la carta que V.S. dirige al doctor Leandro Usín, con copia de la muy juiciosa nota pasada por V.S. al general Olañeta el 29 de marzo. A hablar a V.S. mi sentir, creo que nada persuada a Olañeta a dejar en paz estos países: como español él pretende devastarlos. En una contestación que me hizo el 22 del pasado confiesa que los pueblos, las circunstancias, las tropas mismas estaban contra él, pero que sin embargo prefería a todo ser víctima de su honor y de sus juramentos al rey. Está visto, pues, que no hay con él otro partido que la fuerza, y es preciso obrar con ella para destruirlo o hacerlo ceder.
“En consecuencia del auxilio que V.S. pide para declararse por la Patria con las tropas y la provincia de su mando, he resuelto marchar mañana con cuatro batallones y dos regimientos de caballería, que hacen 2,500 infantes y 1,000 caballos. Esta fuerza la creo demasiada para cuanto haya que hacer, y más estando V.S. y sus tropas dispuestas a dar a su Patria un testimonio de buenos americanos evitándole nuevos males.
“El general Olañeta al salir de aquí extrajo todas las barras y dinero que pertenecía al Banco de Rescates y la Casa de Moneda excediendo de 60,000 pesos, fuera de los caudales ingentes de su pertenencia. Puede V.S. hacer publicar que la persona o el cuerpo de tropas que entregare al general Olañeta y a los jefes españoles que lo acompañan, recibirá por gratificación estos caudales fuera de los premios que se concederán a los jefes y oficiales que dirijan la empresa.
“Es el delirio más abominable del despotismo español que cuando sólo resisten unas miserables reliquias de ellos, sin gobierno, sin pertenencia y sin esperanzas, quieren sin embargo sostener su poder por devastar más las provincias, robar a los ciudadanos y hacer un daño a nuestra Patria en el momento mismo de la agonía peninsular.
“Espero que V.S. me escribirá frecuentemente las medidas que dé hasta efectuar su proyecto y todas las novedades que ocurran. Sírvase V.S. participar mi marcha al señor coronel Urdininea”.
Pese a lo larga que es, he transcrito la carta con el fin de que el lector encuentre todos los elementos interesantes que tiene, como la confirmación de que Olañeta había saqueado la Casa de Moneda. Es interesante, también, saber que la carta de Medinaceli a Olañeta parece haber sido coordinada con Sucre, quien la califica de "muy juiciosa", quizás porque no es de franca rebeladía pero, al mismo tiempo, hace conocer su predisposición a defeccionar.
Pero si la carta tardó tres días en llegar hasta Sucre, puesto que respondió recién el 1 de abril, la situación entre Olañeta y Medinaceli explotó el 30 de marzo ya que los realistas detuvieron en Tumusla a un oficial del batallón que comandaba Medinaceli quien plateó su reclamo en estos términos:
"Señor general Don Pedro Antonio de Olañeta
"Acabo de tener parte, que en el punto de Tumusla han hecho preso las partidas de VS. a un oficial de mi Batallón que venía conduciendo algunos reclutas: este hecho me parece que no corresponde a la ingenuidad, y buena fe con que he manifestado a VS. mis sanas intenciones en mi antecedente oficio, y como solo espero la contestación de éste para principiar con mis operaciones según su espíritu; no puedo menos que dirigirle este para que se digne a la brevedad posible y sin permitir VS. en el interino avancen sus tropas, ni menos hostilicen la Provincia de mi mando que para evitar en su caso me aproximo en este momento a esos puntos.
"Dios guarde a VS. muchos años
"Cotagaita, marzo 30 de 1825
"Carlos Medina Celi"
Esta carta echa por tierra cualquier versión respecto a que la Batalla de Tumusla fue un motín ya que, como se lee, quienes rompieron las hostilidades fueron los realistas, que tomaron prisionero a un oficial de Medinaceli. Es probable que esa acción haya ocurrido incluso antes, pero Medinaceli se enteró recién el 30 de marzo, y le envió a Olañeta la carta recién transcrita. Con el fin de liberar a su oficial, Medinaceli movilizó sus tropas hacia Tumusla, donde había ocurrido el hecho, y ese fue el motivo por el que comenzó una batalla que duró cuatro horas y terminó con el triunfo del batallón de chicheños. Olañeta resultó herido y murió apenas unas horas después. Con esta batalla, que no motín, se selló la independencia del Alto Perú, hoy Bolivia.
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