La primera navidad
Los documentos que forman parte de las “Relaciones de la Isla La Hispaniola”, revelan que la primera celebración de la navidad en América fue el mismo año de 1492 en que llegó la expedición de Cristóbal Colón.
Mientras se hacía un reconocimiento del área, bordeando la costa, la carabela “Santa María” encalló y sufrió daños que la inutilizaron, así que Colón ordenó desmantelarla y usar su madera para construir un fuerte. Como eso ocurrió a principios de noviembre y el fuerte ya estaba a medio construir cuando llegó la Nochebuena, el almirante y sus hombres celebraron la fecha en ese lugar, que está ubicado en lo que hoy son Haití y República Dominicana, y llamaron Navidad al fuerte.
Colón retornó a España en marzo del año siguiente, dejando a 39 hombres en el fuerte y villa La Navidad. Lamentablemente, estos hombres cometieron abusos y provocaron la reacción de los indios de la etnia liderada por el cacique Caonabo, que atacaron el asentamiento y mataron a sus habitantes.
La fiesta de la navidad en Bolivia no tiene origen colonial. Aunque la conmemoración llegó con la invasión europea —y la primera correspondió a Colón, nada menos que en 1492—, no se convirtió en una celebración importante, por lo menos en la mayor ciudad de Charcas, la Villa Imperial de Potosí.
Durante todo el periodo virreinal, más conocido como colonial, la navidad fue una de las muchas conmemoraciones del calendario católico, pero los potosinos celebraban con mayor boato otras fiestas, como el carnaval, o las que eran motivadas por advocaciones como santos y vírgenes.
El mayor referente del periodo colonial, el cronista Bartolomé Arzáns, contaba, por ejemplo, que eran muy importantes las fiestas del apóstol Santiago, San Agustín, San Ignacio y San Francisco Xavier. “No son menos las festividades de Santo Domingo, San Francisco, San Pedro Nolasco, San Juan de Dios, y la fiesta de la Natividad del Señor que celebra el día de los inocentes la compañía betlemítica, que como van con devota competencia todas son grandiosas, que faltan palabras para poderlas significar, inventando cada año nuevos adornos ya de jarras curiosas, ramilletes, varias imágenes, niños cubiertos de joyas y perlas, telas ricas por cenefas, mayas de plata y otras curiosidades…”, escribió al hablar del año 1658.
Los de “niños cubiertos de joyas y perlas” confirma la tradición del armado de nacimientos con figuras del Niño Jesús, como los “niños cuzqueños”. Por tanto, se celebraba la navidad, pero, aunque había derroche de platería, como en todo lo que se hacía en Potosí, las características de la fiesta eran diferentes a las actuales y se concentraban en el templo de Belén, cuya advocación les motivaba a considerar esta fecha por encima de otras.
El legado cultural que ha llegado hasta nuestros días confirma que hubo fiestas de navidad, pero, o bien eran consideradas populares, y relegadas por los cronistas o los integrantes del cabildo, o parecían pequeñas frente a las otras.
La celebración no giraba tanto en torno al Niño Jesús, sino a su madre, la Virgen María, a quien se celebraba desde el 8 de diciembre, fecha dedicada a su Inmaculada Concepción. “Gozo y admiración causa ver bajar de todas las minas del Cerro la víspera de la natividad del Señor, tantas, tan hermosas y adornadas imágenes de Nuestra Señora de la Concepción, trayéndolas a las iglesias cada mina con sus indios, con tantas banderas, cohetes, ruedas, montantes y otros fuegos artificiales en que gasta más de 10.000 pesos, detalló el cronista.
Esas son las mayores referencias que se puede encontrar de la navidad potosina porque, si se sigue buscando, se verá que la fiesta era, más que todo, referencial; es decir, se usaba como hito o indicativo. El virrey Francisco de Borja y Aragón, por ejemplo, refirió que había instruido “que todo lo que montare la tasa se entere en la Caja de Potosí por sus tercios de San Juan y la Navidad de cada año”.
Al buscar en los libros de acuerdos del Cabido Secular de Potosí, tampoco se encuentra gran cosa. La navidad es referencial y los documentos no hablan de ella como una fiesta grande, a la que hay que asignarle eventualmente recursos públicos, como se hacía con otras festividades, así que eso lleva a la conclusión de que era una fiesta menor.
Los Anales de Potosí, que llegan hasta el año 1834, tampoco refieren a la navidad como una gran celebración, así que se concluye que la fiesta comenzó a transformarse, y convertirse en lo es hoy, recién a partir del periodo republicano.
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