
"¿Mamita dónde estás?, tanto estoy llorando, ¿acaso no mes ves, por qué no vienes?”, suplica al retrato de su mamá una niña de cuatro años sin comprender la ausencia maternal en su hogar. Su progenitora fue asesinada y calcinada por su expareja en Cochabamba. La pequeña junto a su hermana de 13 años quedaron desamparadas y son parte de los más de 600 niños, niñas y adolescentes huérfanos a causa de los feminicidios que se registraron en el territorio nacional desde el 2016.
Los datos fueron recabados por la activista del Observatorio para la Exigibilidad de los Derechos de las Mujeres Eulogia Tapia quien asegura que esta población está en total abandono. Agrega que sólo algunas de las víctimas tienen “la suerte” de contar con abuelas y tíos maternos que asumen el rol de cuidado. Sin embargo, en otros casos los hermanos mayores se ven obligados a convertirse en jefes de familia para evitar ser separados.
Tapia lamenta que hasta la fecha no exista un registro oficial de los huérfanos de los feminicidios a quienes denomina “víctimas invisibles”. Cuestiona que desde los gobiernos central, departamental y municipal no se trabaje en políticas de protección.
De acuerdo al registro de la activista, el 2016 hubo 88 huérfanos por feminicidio; el 2017, 90 quedaron desamparados; en 2018 se reportaron 75, el 2019 fueron 140, la cifra más alta de víctimas por el asesinato de sus progenitoras; mientras que el 2020 hubo 91, el 2021 se registraron 118 menores en orfandad y este 2022 hay al menos seis.
"Son 608 huérfanos desde el 2016, estos datos son reportes preliminares que vamos recabando desde los medios de comunicación. El número de víctimas debe ser mayor, no hay registros oficiales. Pero, lo más preocupante es que no sabemos con quiénes están, si reciben atención, si están yendo al colegio, si tienen un hogar; están en total desamparo eso es lo más grave porque hay huérfanos desde recién nacidos y jovencitos, son invisibles ante la sociedad, ante el Gobierno”, afirma a la ANF.
Agrega que está población requiere un atención especial porque cargan un trauma, la dramática muerte de la madre a manos de su progenitor.
“Estos niños necesitan tratamientos psicológicos, pero en la mayoría de los casos no reciben terapia ya sea porque la familia, especialmente los abuelos maternos que se hacen cargo, no tienen los suficientes recursos. En otros casos, van a los centros de acogida y allí tampoco reciben ayuda para superar el trauma y eso es lo más grave, hay que entender que son víctimas vulnerables que cargan un dolor”, dice.
Remarca que según la Ley 348 Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia, en su artículo 36 “otorga la custodia a la familia materna si a consecuencia de un delito de feminicidio cometido por el cónyuge o conviviente, quedaran hijas e hijos menores de edad huérfanos, éstos serán puestos de inmediato bajo custodia de los abuelos u otro familiar cercano por línea materna, con el acompañamiento de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia.
Sin embargo, Tapia dice que “no existe el seguimiento de parte de las defensorías ni autoridades sobre la situación de los huérfanos”. Asegura que el drama es un problema de emergencia nacional y urge atención de parte del Estado.
“Es urgente un censo de niños huérfanos por esta causa, para determinar su situación actual y ver formas de atención. Urge un sistema de registro que permita contar con datos precisos”, señala.
De acuerdo al observatorio desde 2014 hasta 2021 se reportaron 938 asesinatos de mujeres en Bolivia.
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