
La reciente legalización del autocultivo de cannabis para uso terapéutico en Argentina "devuelve la sonrisa" a usuarios de esta medicina y a los que apuestan por el desarrollo de esta industria que genera empleos y divisas.
“Luchamos porque sabemos de lo que es capaz la planta de marihuana. ¡Mejora tanto la calidad de vida!. Lo primero que logra es una sonrisa en los que la utilizamos. No hay otra medicación en el mercado farmacéutico que te dé una sonrisa”, dice a la AFP Valeria Salech, fundadora de la oenegé Mamá Cultiva en Argentina, inspirada en su similar de Chile.
Su hijo Emiliano, de 14 años, fue diagnosticado con epilepsia y autismo. Desde bebé repetía convulsiones nocturnas y alguien le habló del uso de cannabis para tratar la epilepsia. Frente al “no absoluto” de la neuróloga que trataba a su hijo, Valeria no se dio por vencida. Emiliano comenzó a tomar recina de cannabis a los 8 años. Todo mejoró.
Según Salech, el cannabis logra en epilepsia lo que ninguna otra medicación: “Frena las convulsiones en el mismo momento en que suceden”, explica.
“Lo que lamento es haber perdido tiempo. Fue muy doloroso. Mi enojo fue que no me dieron la posibilidad de elegir. Desde Mamá Cultiva nos estamos ocupando de que nadie más llegue tarde a esta medicina”, sostiene Salech, quien cultivó el cannabis años antes de que fuera legal hacerlo.
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