
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, preso por corrupción, intensificó la lucha por su libertad después de paralizar en la Corte Suprema su traslado a una cárcel común, y busca ahora un resultado favorable de un habeas corpus pendiente de análisis en ese tribunal.
El exmandatario, en prisión desde hace un año y cuatro meses en Curitiba, confía en el impulso mediático de su triunfo el miércoles en el Supremo para calentar las calles –que fueron perdiendo fuerza desde su detención– y aumentar así la presión social y política sobre los magistrados de la máxima corte.
De hecho, había sido convocada una protesta en favor del exgobernante el miércoles en Sao Paulo que finalmente se canceló después de la suspensión de su transferencia.