Ecuador vivió ayer el duro golpe de conocer que los tres miembros del equipo periodístico secuestrados el 26 de marzo fueron asesinados por sus captores, un hecho inédito en el país y que lo sitúa en la macabra línea de fuego del narcoterrorismo.
"Con profundo pesar, lamento informar que se han cumplido las 12 horas de plazo establecido, no hemos recibido pruebas de vida y lamentablemente tenemos información que confirma el asesinato nuestros compatriotas", reveló ayer el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, en una conferencia de prensa en la sede del Sistema Integrado de Seguridad ECU911, en Quito.
Sus palabras ponían fin a 18 días de incertidumbre acerca de la suerte del periodista Javier Ortega, de 36 años, del fotógrafo Paúl Rivas, de 45, y del conductor Efraín Segarra, de 60, del diario El Comercio, de Quito, que habían acudido a la provincia de Esmeraldas, fronteriza con Colombia, para realizar un reportaje sobre la inseguridad en la zona desde enero.
Detrás del secuestro y asesinato de los ecuatorianos está según las autoridades de ambos países Walter Patricio Arizala Vernaza, alias "Guacho", oriundo de Ecuador y que pasó de ser un pequeño comerciante a convertirse en el sanguinario líder de la disidencia de las FARC, al considerar que el Gobierno de Juan Manuel Santos ha incumplido sus promesas del acuerdo de paz de 2016.
Moreno dió la noche del jueves 12 un ultimátum a los captores para que presentaran una prueba de vida sobre los rehenes, después de que salieron a la luz unas fotografías en las que aparecían muertos pero que no habían podido ser confirmadas por ninguna fuente oficial.