El presidente brasileño, Michel Temer, decretó ayer una intervención federal en el área de seguridad en Río de Janeiro, lo cual entrega a los militares la tarea de acabar con una ola de violencia que desangra a ese estado desde hace meses.
"No podemos seguir aceptando pasivamente la muerte de inocentes. Es intolerable que estemos enterrando madres y padres de familia, trabajadores, policías, niños y niñas, y que veamos barrios enteros sitiados, con sus escuelas bajo la mira de fusiles", declaró Temer tras firmar la medida, inédita en la historia de Brasil.
Esa frase del presidente fue casi una fotografía de la cotidianidad de la población carioca, que es víctima desde hace más de un año de una creciente e indiscriminada violencia urbana que en 2017 causó 6.731 muertes.