El papa Francisco finalizó ayer su viaje de tres días a Bangladés con un discurso menos político, en el que dejó a un lado la crisis de la minoría musulmana rohinyá que dominó los días previos, para lanzar un mensaje moralizante más destinado a los jóvenes, pobres y a la Iglesia católica del país.
Francisco comenzó su última jornada en este país de 160 millones de personas (90 % de ellas musulmanas) en la Casa Madre Teresa de Tejgaon, la más pequeña de las gestionadas por las Misioneras de la Caridad y donde se alojaba la santa de Calcuta cuando viajaba a esta nación.
Allí las hermanas ayudan a huérfanos, discapacitados mentales y físicos y cuenta con cerca de un centenar de camas para los más necesitados.
Después, caminó por el mismo predio en que también se ubica la iglesia del Santo Rosario, donde se reunió con religiosos y religiosas que le recibieron con fuertes aplausos y gran entusiasmo.