Brasil reforzó ayer los controles e inspecciones a empresas alimenticias tras el escándalo generado por una mafia que adulteraba carnes, cuya dimensión pudiera afectar el comercio de uno de los mayores exportadores mundiales de ese sector.
Fiscales de la sanidad alimentaria recorrieron las instalaciones de una treintena de empresas que son blanco de una investigación de la Policía, que descubrió una banda integrada por agentes públicos y directivos de empresas que adulteraba carnes ya vencidas con métodos que sembraron indignación en el país. Esas prácticas implicaban el uso de químicos para mejorar el aspecto de las carnes, la falsificación de etiquetas con la fecha de validad o la utilización de alimentos no adecuados para el consumo en la elaboración de embutidos, entre muchas otras irregularidades.
Al menos, tres procesadoras de carnes fueron clausuradas ayer y otras 21 estaban bajo sospecha, según informó el Ministerio de Agricultura, que no oculta la preocupación económica generada por el escándalo, pues las prácticas corruptas afectaban tanto a productos dirigidos al mercado local como al exterior. "Ese problema afecta y afectará a todos. No sé cuáles serán las consecuencias, pero vamos a tener problemas", dijo el ministro de Agricultura, Blairo Maggi, poderoso empresario del sector agrícola.