PROCESO
Sería el segundo proceso en Brasil; el primero fue en 1992 contra el presidente Fernando Collor de Mello, que renunció antes de que comenzara el proceso.
Con el apoyo de 342 parlamentarios, el Congreso de Brasil decidió ayer la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff. Dentro de dos semanas el caso será visto por el Senado, que necesita, por dos tercios de votos, confirmar la decisión de la Cámara Baja. En caso de hacerlo, Rousseff sería reemplazada por el vicepresidente Michel Temer.
En una sesión por lo menos caótica, con decenas de parlamentarios en la testera, uno a uno de los 513 diputados emitió su voto pronunciando breves discursos, de uno o dos minutos. Los parlamentarios opositores gritaron cánticos usuales en partidos de fútbol.
Finalmente, alrededor de las 22:08, hora boliviana, ante el estallido de aplausos y vítores de centenas de parlamentarios opositores, se emitió el voto número 342, que era el número que se requiera para aprobar el juicio político y que el proceso pase al Senado.
Rousseff es acusada de haber incurrido en maniobras fiscales (llamadas "pedaleadas") para maquillar el déficit durante la campaña para su reelección, en 2014. Aunque es un delito, no es un hecho de corrupción.
El oficialismo brasileño ha denunciado que la oposición ha aprovechado este asunto, más bien administrativo, para deshacerse de la presidenta, en lo que llaman “golpe de Estado”.
"Los golpistas vencieron aquí en la Cámara", pero "esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra", dijo el líder de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados de Brasil, José Guimaraes.