Llallagua bajo tensión. Heridos, saqueos, destrucción, entre otros actos delictivos provocó la espiral de violencia desatada por los bloqueadores de la línea radical “evista” en el norte del Departamento de Potosí
La paz social fue quebrada por gritos de auxilio, estallidos de petardos, explosiones de dinamita y hasta por el uso de arma de fuego. En las calles polvorientas del municipio potosino, lo que comenzó como una movilización vecinal para levantar un bloqueo, terminó en un violento enfrentamiento que dejó más de 30 personas heridas y una tensión que aún no cede.
Los vecinos, transportistas y comerciantes, agobiados tras una semana de corte total en el suministro de combustible, gas y alimentos, decidieron tomar las calles para desbloquear por la fuerza la ruta que permanece cerrada por grupos identificados con el expresidente Evo Morales.
La confrontación fue inmediata. Al llegar al punto de bloqueo, los vecinos fueron rodeados por los movilizados, y se desató un combate que parecía más una batalla campal que una protesta. Las imágenes captadas desde teléfonos celulares de los pobladores muestran a personas corriendo mientras se escuchan detonaciones. Otras se agachan detrás de muros, protegiéndose de piedras lanzadas con hondas y palos. Algunas se desploman heridas.
EL TRANSFONDO
Los bloqueos en el norte de Potosí cumplen una semana y se replican en otros puntos del Departamento, principalmente protagonizados por grupos afines a Morales. Exigen su habilitación como candidato y la renuncia del presidente Luis Arce. En el caso de Llallagua, el impacto del cierre fue especialmente grave. Además del desabastecimiento de insumos básicos, el corte del gas domiciliario paralizó cocinas, negocios y hasta hospitales.
“Ya no podíamos seguir así. No tenemos gas, no hay pan, no hay transporte. No somos políticos, somos gente que quiere vivir tranquila”, dijo una vecina que participó en el intento de desbloqueo y prefirió no dar su nombre.
EL MIEDO SIGUE
Al caer la noche, los enfrentamientos se calmaron, pero no la tensión. La población permanece organizada, mientras la Policía refuerza su presencia en la zona y el Gobierno anuncia operativos para restablecer el orden.
Los pobladores armaron barricadas en las esquinas de las calles como modo de protección y contención por si los radicales pretendan ingresar nuevamente a la zona urbana.
La Defensoría del Pueblo y organizaciones civiles exigen diálogo inmediato y garantías para los derechos humanos, especialmente ante el uso de explosivos y armas en las movilizaciones políticas.
En Llallagua, la noche volvió con incertidumbre. Las heridas —físicas y sociales— quedan abiertas, mientras el país entero observa cómo la confrontación baja desde las cúpulas hasta las calles de los pueblos más olvidados.
ACUSACIONES GRAVES
El senador potosino Santos Ramos fue contundente en conferencia de prensa: acusó directamente al expresidente Evo Morales de financiar y promover la violencia en Llallagua.
“Tenemos conocimiento de que el señor Evo Morales estaría contratando maleantes para lastimar a nuestros pobladores. Esto es parte de su plan para forzar su candidatura presidencial”, denunció el legislador, quien anunció una denuncia penal formal contra Morales.
Ramos sostuvo que los enfrentamientos no fueron espontáneos, sino parte de una estrategia de desestabilización política orquestada desde el Chapare.
“Lo único que busca el señor Evo es sangre, luto y muerte. No lo vamos a permitir”, declaró visiblemente indignado.
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