La sorpresiva muerte de la mujer acusada de infanticidio abre más dudas que certezas al conocerse que supuestamente era víctima de violencia de parte de su pareja, un probable sacerdote de la Iglesia católica, que era el padrastro de la niña que murió asesinada. El Ministerio Público guarda silencio al entorno del hombre que convivía con la mujer de quién se presume que acabó con la vida de la niña de diez años.
Sin embargo, la delegada defensorial en Potosí, Jaquelinne Alarcón, cree que la mujer era víctima de violencia porque se encontró cicatrices y hematomas en su cuerpo.
"Había huellas físicas que nos dan a presumir que ella era víctima de violencia. Tenía equimosis dentro del cuerpo, marcas en las muñecas, marcas en los tobillos, hematoma en el ojo. Estamos presumiendo, como institución, que ella —sí— ha sido víctima de violencia doméstica", declaró a la prensa.
Lo raro del caso es que la Fiscalía no dijo nada sobre los signos de violencia que tiene la mujer que falleció el pasado fin de semana. De ese modo puso en duda de que ella haya sido la que cometió el hecho, como asume la Fiscalía, y apuntó a que se investigue por qué la mujer tenía los signos de agresión.
Alarcón afirmó que el padrastro de la niña no está detenido ni figura como investigado sobre este suceso que consterna, pero solicitó que él, como otras personas, sean investigadas. "(El padrastro) sería un sacerdote que estaría ejerciendo", aseveró al sostener que se presume todo lo que hasta hoy, inclusive, se conoce como rumor de familiares y vecinos.