El 10 de noviembre de 2019 era la efeméride departamental, pero amaneció negro para Potosí. En plena convulsión social por los fraudulentos resultados electorales, caravanas integradas por mineros cooperativistas y universitarios habían partido rumbo a La Paz a defender la democracia. Al llegar al lugar denominado Playa Verde, se desató el infierno para una de ellas. Sus integrantes escucharon disparos y los vidrios de los buses empezaron a estallar en pedazos. Algunos alcanzaron a bajar y correr, pero otros no tuvieron la misma suerte. Seis personas resultaron heridas de bala.
Fue un ataque que necesita investigarse por sus características. Todos los emboscados insisten en que las personas que les dispararon usaban armamento moderno, lo suficiente como para poder accionarlo desde lejos. Muchos se tiraron al suelo pero fue peor porque las balas los alcanzaron allí. A Rafael Moscoso, por ejemplo, el proyectil le entró por la axila, le cruzó el cuerpo, y salió por el cuello rozando el pulmón. Mijael Medina tuvo más suerte porque dos balas solo alcanzaron a rozarle el hombro. “Gracias a Dios, no ha sido en lugares vitales. Caso contrario, no estaría aquí contándoles a ustedes lo que ha pasado”, dice este último.
Iris Quiñones trabaja en el Seguro Social Universitario y acompañó a la caravana de Playa Verde en la ambulancia de su institución. Cuando comenzó la balacera, y vieron que varios cayeron heridos, quisieron ir a recogerlos pero no podían por los disparos. Ante la falta de una bandera blanca, se sacó el mandil, lo amaró a un palo y lo agitó pero los francotiradores no respetaron nada.