En la preciosa y cuidada batalla ofensiva cincelada por Arsenal y Liverpool, dos obreros, dos magos sin varita, James Milner y Alexandre Lacazette, dejaron en tablas (1-1) la batalla del “Emirates Stadium”, escenario de una oda a la intensidad sobre un campo de fútbol.
En la locura de un duelo en el que las idas y venidas poblaban las bandas de ambos campos y en el que a cada cabalgada de Mohamed Salah, dejando loco a Sead Kolasinac, le respondió una pincelada de Özil o un chispazo de Pierre-Emerick Aubameyang, Liverpool supo ser más pragmático y tirar de un rechace y un disparo incontestable de Milner para apagar el ritmo eléctrico de Londres.
Alexandre Lacazette, con un ejercicio de inteligencia y viveza, igualó la contienda y dejó en un empate la vibrante escenografía inglesa.
Quizás el duelo mereció un desenlace más rápido para los de Jürgen Klopp, que se encontraron dos veces con el palo en la primera parte, pero a la claridad de las ocasiones “Red”, se contrapuso la pegada indirecta del incesante ánimo del Emirates.