
El australiano Daniel Ricciardo (Red Bull) logró ayer domingo la victoria en el Gran Premio de Mónaco, que dominó de principio a fin desde el primer lugar, para reconciliarse con un circuito en el que era el máximo favorito y en el que se le negó el triunfo en 2016 por un error estratégico.
El piloto de Perth pudo, por fin, alzar los brazos en Montecarlo y beber champán de su bota -curiosa costumbre que ha tomado en los últimos tiempos y con la que rompió el protocolo monegasco- tras un fin de semana perfecto en el que dominó los entrenamientos libres, apabulló en la clasificación y supo aguantar en la carrera.
"Llevo dos años esperando. Al fin he encontrado esa redención. Hemos tenido problemas, mucho con lo que lidiar. Tenía falta de potencia, pensaba que mi carrera se había terminado y he llegado al final solo con seis marchas", manifestó un emocionado Ricciardo al concluir la carrera.
"Esto es una revancha por lo de 2016", le dijo a su pupilo el jefe del equipo Red Bull, el inglés Christian Horner, mientras éste lloraba con su monoplaza recién aparcado.