
Barcelona tuvo que emplearse con una paciencia infinita para superar a un Olympiacos aguerrido en defensa, pero casi nulo en ataque, que encajó 3-1 a pesar de jugar con uno más tras la expulsión de Gerard Piqué en el último tramo de la primera parte.
Barza jugó a medio gas y con mucha pausa, ya que temió que el partido se iba a disputar en el campo del rival, donde se encontró una muralla defensiva que convirtió en tedioso el choque en ocasiones.
La primera parte fue un monólogo del Barcelona, que se sintió muy impotente en las inmediaciones del área griega, donde el técnico Takis Lemonis apostó más por evitar la goleada que otro objetivo.
Messi y, sobre todo, Gerard Deulofeu, fueron los jugadores que más fútbol produjeron, pero fue escasa la eficacia ante los tres palos.
Viviendo en el último tercio de campo, el Olympiacos se olvidó del área azulgrana, ni cuando en el 18’ Nikolaou se marcó un gol en propia puerta (1-0). El Barcelona volvía a beneficiarse de un tanto del rival en propia puerta.