Rusia puso en marcha la Copa Confederaciones de la que es anfitriona consiguiendo ayer un triunfo que el presidente Vladimir Putin prácticamente había exigido, por 2-0 sobre una débil Nueva Zelanda.
Tras una colorida ceremonia de música y danza, la selección rusa jugó alentada por unos 60.000 espectadores, incluido Putin, quien pronunció el discurso inaugural, en la misma semana en que manifestó su deseo de que llegaran mejores resultados en una selección que se ubica actualmente en el 63er puesto del ranking de la FIFA y que será local también en la Copa del Mundo el año próximo.
"Cuando el presidente de tu país viene y pronuncia un discurso, esto te motiva", aseveró el técnico ruso Stanislav Cherchesov.
Putin confió en que los rusos jugaran como guerreros. En el reluciente estadio de San Petersburgo, la ciudad natal de Putin, Rusia luchó y ejerció efectivamente un dominio abrumador sobre los neozelandeses, ubicados en el 95to sitio del escalafón y poco acostumbrados a citas internacionales de gran envergadura.