
Un recital de Leo Messi resucitó al Barcelona en el “Santiago Bernabéu”, donde se levantó con grandeza de su eliminación europea y, amparado en el fútbol magistral de su líder, remontó (3-2) un clásico trascendental ante un Real Madrid que nunca se rindió y acabó probando de su propia medicina en el minuto 92.
A la grandeza de un duelo entre Real Madrid y Barcelona le acompañaba el aspecto decisivo del marcador. Lo convirtió en el clásico del miedo y la especulación en el primer acto y de la belleza y fútbol vertical en el segundo.
El fútbol convertido en estado de ánimo, con los madridistas lanzados en el momento decisivo del curso y los azulgranas encontrando la mejor medicina para huir de la depresión que habría supuesto tirar la temporada en cinco días.
Obligado a ganar, el Barcelona debía asumir riesgos. Los intentos de Zidane de rebajar trascendencia al duelo fueron en vano. Sus jugadores lo sintieron desde el inicio.