Greda, lodo y agua fueron el escenario en el que ayer Bolivia le dijo adiós a la trigésima novena edición del Dakar 2017.
Después de seis días de estar en territorio boliviano ayer Potosí volvió a ser escenario para despedir la competencia más dura del planeta en sus cuatro categorías.
El punto de largada se ubicó a 45 kilómetros de la ciudad de Uyuni en la localidad de Ramaditas, donde una gran cantidad de espectadores se situó a lo largo del trayecto para despedir a los pilotos que partieron en la última etapa cronometrada en Bolivia y que unió a Uyuni y Tupiza.
Debido a la crecida del río Piscuno en territorio argentino, la ASO decidió recortar la octava etapa que se corrió de Uyuni a Salta.
Desde las 6:00, los pilotos a bordo de sus motos fueron los primeros en abrir la octava etapa de la carrera y en la que tuvieron que sortear el terreno blando que presentaba la vía por la que los pilotos se dirigieron hasta el cruce Nazarenito.
Los pilotos, a bordo de sus motos y cuadriciclos, tuvieron que mostrar toda su pericia al mando de sus máquinas para pasar este terreno exigente que trazó la ASO.