Actualmente, el censo es el registro de habitantes de un lugar con el fin de que la información levantada sea utilizada en el desarrollo de ese lugar.

Sin embargo, no siempre fue así.

En sus inicios, los censos serían para que los gobernantes sepan cuántos vasallos tenían y a cuántos podían cobrarles tributos.

Así, durante siglos, los censos estuvieron asociados a los impuestos y, en el caso de lo que hoy es Bolivia, a la corona española le interesaba saber cuántos vasallos tenía en Potosí, no solo para cobrar tributo, sino para determinar qué indígenas debían servir en la mita y a partir de cuándo.

Por tanto, las respuestas de los censados no siempre expresaban la verdad.

El censo o visita general que mandó a hacer el virrey Francisco de Toledo entre 1570 y 1575 arrojó como resultado que Potosí tenía aproximadamente 120.000 habitantes, una cantidad superior a la de muchas ciudades de Europa.

Para tener una idea, Londres, que ya era la capital de Inglaterra, rondaba por los 100.000 habitantes, antes de la peste negra.

Madrid, que era la capital del imperio español, porque el rey Felipe II llevó la corte a esa ciudad, oscilaba entre 85.000 y 95.000 habitantes incluso hasta finales del siglo XVI.

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