Giuseppe Antonio Zampa Renzi fue un pionero de la educación en Bolivia. Más conocido por su nombre corte de José Zampa, fundó las Escuelas de Cristo que pervivieron en el tiempo y rebasaron su centenario. Quien recogió su posta fue el padre Natacho, a quien la covid-19 derrotó después de una larga batalla y puso fin a su fructífera vida este 8 de febrero.
La trascendencia de ambos es innegable. Los dos franciscanos, los dos de origen italiano, dedicaron su vida no solo a la evangelización, sino a la enseñanza, José fundó las Escuelas de Cristo y fray Natacho las condujo, de su mano, hacia su centenario, ratificando a este sistema de educación no formal como uno de los más importantes del país.
Giovanni Eugenio Natalini Magnani nació en Camaggiore, Italia, el 26 de junio de 1934. Él contó que de esa región salieron muchos sacerdotes y eso le inspiró para ponerse al servicio de Cristo. Quería predicar lo más lejos posible y eso le llevó a pensar en China, pero la revolución de Mao Tse-Tung, que dio lugar a la expulsión de sacerdotes, hizo que deseche la idea. Su tío, el astrónomo Fernando Cerú, otro célebre franciscano, que había estado de misión en Potosí, le habló de la ciudad y fue el inicio de una larga historia de amor mutuo.
Tenía 28 años cuando salió de Italia rumbo a Bolivia. Llegó primero a Camiri, pero su mente estaba en Potosí, la enigmática Villa Imperial enclavada entre los picos de la Cordillera de los Andes y desde donde su tío Fernando Cerú escudriñaba las estrellas, parado en las cúpulas del monasterio franciscano.
Zampa fundó las Escuelas de Cristo convencido de que los indígenas podían educarse a sí mismos. Por eso es que los formó para la enseñanza y certificó al primer profesor en 1927, cuatro años antes de que surgiera la Escuela Ayllu de Warisata. Cerú todavía estaba en Potosí, aunque retornaría a Europa pronto. Como fue él quien impulsó la vocación de Eugenio, es lógico que fue el primero en hablarle del padre Zampa, aquel misionero extraordinario que se había atrevido no a crear una escuela sino varias, y para los más pobres.
Por eso, no es de extrañar que, una vez en Potosí, el 8 de diciembre de 1966, se dedicara a reforzar su obra. Zampa había dicho que, si las Escuelas de Cristo eran solo obra de Zampa, se extinguirían, pero, si eran obra de Dios, pervivirían. Otros grandes franciscanos como el padre Guiseppe Rossi les pusieron empeño y les hicieron crecer.
Pero Eugenio Natalini no solo encontró a las Escuelas de Cristo sino una vasta obra franciscana en el terreno de la educación. Estaba también el colegio y, funcionando dentro de este, grupos de boy scouts. Participó en todo, y no solo como el sacerdote guía, sino uno más del grupo.
La comunidad potosina lo había recibido con un cariño que él supo retribuir por décadas. Fue director del Colegio Católico Particular Franciscano, creador del movimiento de Cursillos de Cristiandad y, cuando fue necesario, se puso el traje de negrito y salió a bailar a las calles de Potosí en las entradas folklóricas de Ch’utillos.
Se sumó a la potosinidad y bebió tanto de ella que se convirtió en uno más. Zampa decía que era “boliviano hasta los huesos y potosinos hasta los tuétanos”, una calificación que Natalini hizo suya y la repitió hasta los últimos años de su vida.
Era un hombre dinámico, alegre y amante de la vida. Octogenario ya, y alejado de la labor educativa, seguía su labor evangelizadora en los medios de comunicación social. Tenía una columna dominical en El Potosí, denominada “A la luz de la palabra”, que publicó, escribiendo a máquina, hasta que ya no tenía fuerzas para las teclas.
La pandemia lo recluyó a los muros de su amado convento franciscano y en enero de este año Potosí se asustó con la noticia de que el padre Natacho se había contagiado. La comunidad franciscana admitió que era covid, pero dijo que ya había superado la etapa crítica. Por su edad avanzada, necesitaba un tratamiento largo al que él renunció, cuando se sintió mejor y pidió su alta, pero luego vinieron las complicaciones.
Falleció el 8 de febrero de 2022 en el centro covid del Hospital Obrero de Potosí dejando el mismo vacío que el padre Zampa, uno que nunca podrá ser llenado.
..........
Señor Lector, este es solo un reporte. La información completa está en la edición impresa de El Potosí.