En medio de la peor ola de violencia desde la caída del expresidente Bachar al Asad el pasado 8 de diciembre, las nuevas fuerzas de seguridad de Siria “han ejecutado a sangre fría”, en los últimos tres días, a cientos de civiles de la minoría alauita, a la que pertenece la familia del exmandatario, en las zonas costeras del país.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, al menos 745 civiles han muerto a manos de las fuerzas de Damasco desde el jueves, cuando grupos insurgentes leales a Al Asad atacaron a tropas de la nueva administración en la provincia de Latakia, feudo de la familia Al Asad y de mayoría alauita.
El ataque desencadenó enfrentamientos a gran escala, en los que se ha utilizado todo tipo de armas pesadas, y que se han extendido a otras provincias como Tartús, también en la costa, y las demarcaciones administrativas centrales de Hama y Homs, donde han muerto más de 1.018 personas.