La expulsión de la embajadora de Nicaragua en Brasil, en reciprocidad a una medida similar adoptada por Managua, abre un nuevo frente de conflicto en la izquierda de América Latina, ya divida por la crisis electoral venezolana.
El primer paso para la mutua expulsión de embajadores lo dio el Gobierno de Daniel Ortega, que ordenó abandonar el país al embajador brasileño en Nicaragua, Breno Souza da Costa, por su ausencia, el pasado 19 de julio, en los actos conmemorativos del 45 aniversario de la revolución sandinista.
Brasilia pagó con la misma moneda y este jueves expulsó a la embajadora nicaragüense, Fulvia Castro, en aplicación del “principio de reciprocidad” que rige en las relaciones diplomáticas, frente a una medida que fuentes consultadas por EFE consideraron “injustificada”.