Cinco años, cuatro meses y 12 días después. Es el tiempo transcurrido desde la última vez que las aficiones de River Plate y Boca Juniors compartieron las gradas de un estadio, el Santiago Bernabéu, en la final más estrambótica y recordada de la historia para ambas hinchadas.
En un país tristemente marcado por la violencia de las “barras bravas” en el fútbol, los “Superclásicos” ligueros dejaron de juntar a las dos aficiones más grandes del país sudamericano tras la prohibición de acceso de la afición visitante de todos los equipos en 2013, cuando un hincha de Lanús murió en los alrededores del estadio Único de La Plata.
Durante todo el fin de semana, y especialmente desde primeras horas del domingo, lugares emblemáticos del corazón de Córdoba, como la Iglesia del Sagrado Corazón o el Parque Las Heras-Elisa, se llenaron de amarillo y azul, por un lado, y de rojo y blanco, por otro.