El francés Michel Platini cerró ayer, martes, el capítulo más negro de su etapa en el fútbol y que le ha obligado a permanecer apartado de él durante cuatro años, cuando parecía llamado a convertirse en presidente de la FIFA.
La propia organización fue la que le dejó fuera dentro de la investigación interna a la que se vio forzada cuando se destaparon los casos de corrupción que expulsaron a muchos de sus dirigentes y los sentaron en un banquillo.
Fuera del proceso judicial, pero dentro de un examen de ética, a Platini le tocó el 8 de octubre de 2015, mientras preparaba su asalto a la presidencia de la FIFA como reemplazo de Joseph Blatter, su mentor y también su verdugo.
Porque Blatter fue quien convirtió a Platini en su asesor y desde allí le empujó a la presidencia de la UEFA y porque el francés piensa que la mano de Blatter está detrás de sus sanción.