Tres goles de Cristiano Ronaldo, el último de falta directa a tres minutos del final, frustraron el ejercicio de carácter, determinación y remontada de España, que resurgió hasta dos veces contra el actual campeón de Europa y contra sí misma, pero que recibió el 3-3 cuando ya sentía suyo el triunfo.
Por eso, el empate le supo a derrota, porque desde su fútbol y desde una versión convincente había sido capaz de levantar un partido que perdía en dos ocasiones, primero por 1-0 en el minuto 2 y después por 2-1 al borde del descanso en un fallo inconcebible de De Gea, pero sobre todo porque quizá mereció más que un solo punto.
Todo eso, además, después de tres días de tanta agitación, del inesperado cambio de seleccionador, de una crisis y una vorágine de 20 horas entre el martes y el miércoles que desenfocó el partido e incluso, ya este viernes, con un penalti en contra de inmediato, con el veloz 1-0 en el minuto 2, con el del 2-1 al borde del descanso.
Una serie de golpes inasumibles para muchos, más aún dentro de todas esas circunstancias, pero no para el grupo del debutante Fernando Hierro, que se repuso al 1-0 y al 2-1 con la decisión de una selección que se siente capaz de lo máximo, que sorteó cada inconveniente que se encontró este viernes menos el último: el 3-3.