
Real Madrid encarriló los octavos de final de su competición preferida, la Liga de Campeones, encontrando el premio al planteamiento valiente con presión alta de Zinedine Zidane, para remontar con contundencia al Nápoles y mostrar, tras un esfuerzo titánico, credenciales de campeón (3-1).
El duelo respondió a las expectativas en un Bernabéu con ambiente de noche europea, sin espacio para los reproches y solo para el aliento. Un partido en estado de efervescencia continuo, sin pausa, a un ritmo endiablado. Con presión alta del Real Madrid para anular las virtudes del Nápoles.
El primer tanto lo hizo Napoles por medio de Insigne que castigó el error defensivo del Madrid (1-0).
Luego, Carvajal se quitó una espina clavada en el Bernabéu, firmó un partido para enmarcar, culminaba una subida con un pase de lujo medido para que Karim logro el empate (1-1).
La segunda parte sería decisiva en el desenlace del duelo. El Nápoles no especuló y su valentía fue castigada con dureza.