Los trabajos de construcción del acueducto río San Juan-ciudad de Potosí no hubieran terminado hace 25 años si el prefecto de entonces, Daniel Oropeza Echeverría, obedecía la instrucción directa que recibió del presidente Hugo Banzer Suárez en el sentido de concederle más plazo a la empresa que se había adjudicado la obra: esa fue la revelación que aquel hizo respecto a la obra que, en su momento, significó una solución integral a la escasez de agua potable en Potosí.
Oropeza Echeverría contó lo sucedido al presentar, en conjunto, sus tres libros, "Silala: objetivo crítico-autocrítico", "Che, la guerrilla final" y "La Salvadora de Patiño", en la Casa de Moneda. El del Silala dio pie a sus revelaciones sobre la forma en que se procedió durante el gobierno democrático de Banzer con los recursos hídricos de este Departamento.
Hace 25 años, los prefectos eran nombrados directamente por los presidentes que, si querían, podían removerlos del cargo. En 1998, la empresa que se había adjudicado la construcción del acueducto desde el río San Juan llevaba retraso por constantes pedidos de ampliación de plazo. Oropeza decidió prescindir de ella y encarar las obras directamente en coordinación con Aapos y el PIAP, que estaba a cargo de Dulfredo Zambrana. Banzer le llamó para hacerle desistir de su intención, pero él se negó. El resultado de esa actitud fue que la obra se inauguró en 1999, justo el 10 de Noviembre.
La otra discrepancia fue la licitación de las aguas del Silala para administración privada. El exprefecto dice que se negó, pero esa vez Banzer no le hizo caso y procedió. El resultado fue que el manejo del Silala estuvo en suspenso por más años, hasta que sobrevino la denuncia ante el tribunal de La Haya con los resultados de dominio general.
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