El Año Nuevo ya es historia pasada y lo siguiente que ocupó nuestra atención, especialmente en el sur del país, fue el inicio de actividades de la conmemoración por el bicentenario de la declaración de independencia. Cumplido también ese compromiso, lo que tenemos por delante no es precisamente el Carnaval, como manifiestan algunos, sino el reinicio de las labores educativas.
En tres semanas estaremos en vísperas de la inauguración del año escolar 2025, cuyo desarrollo tendría que ser exitoso si se cumplen las instrucciones emitidas por el Ministerio de Educación en un extenso documento hecho público hace cinco días y que incluye los cinco lineamientos en los que se basará la gestión educativa.
Se trata de lo científico y tecnológico, la educación sexual integral, el cuidado de la salud, la cualificación de los maestros, y el despliegue de actividades por el bicentenario de la independencia de Bolivia que debería incluir, obviamente, el análisis histórico de ese periodo del devenir nacional.
Hay que aceptar, especialmente ahora que ya vivimos el bicentenario, que no se ha hecho ningún esfuerzo para superar una enseñanza de la historia que está basada en la repetición de textos caducos y sin actualización.
Por ahora, y como todos los años, la principal preocupación del ministerio del ramo es su organización administrativa y, en ese afán, se ha pasado por alto asuntos de fondo como el currículo y los contenidos.
Las “Normas generales para la gestión educativa 2025 del subsistema de educación regular”, consideran en sus 118 artículos, ocho disposiciones finales y una transitoria todos los aspectos referidos a la “planificación, organización, ejecución, acompañamiento y evaluación” de lo que debe ocurrir en los establecimientos educativos este año.
Más allá de los aspectos de índole administrativa y disciplinaria, que ocupan la mayoría de las casi 60 páginas del documento mencionado, se destacan en esas normas algunas preocupaciones referentes a la calidad de la formación que reciben los escolares y colegiales.
Esas escasas preocupaciones por la calidad educativa parecen responder a las deficiencias que adolecen los estudiantes bolivianos en lectura y matemáticas que fueron constatadas por investigaciones de la Unesco, en 2021, y una fundación privada nacional, a fines de 2023.
Así, el Ministerio instruye a los directores de unidades educativas que “para promover y fomentar el pensamiento crítico reflexivo en los estudiantes, deben incentivar a la lectura comprensiva de 10 minutos en cada inicio de la jornada escolar”. Y a los maestros: “desarrollar estrategias de lectura comprensiva: textos narrativos, descriptivos, argumentativos e instructivos, como análisis y reflexión de la lectura”.
En cuanto al “pensamiento lógico matemático”, el documento instruye a los profesores “desarrollar estrategias” dirigidas a fortalecerlo. Y con ese propósito apuesta por la práctica del ajedrez, para cuya promoción prevé la organización de “olimpiadas” de ese juego milenario.
Similares instrucciones contenían las normas generales para la gestión educativa de 2024.
No se conoce el resultado de esas acciones instruidas por el Ministerio ni el grado efectivo de su ejecución. Tampoco los resultados de una evaluación oficial del cumplimiento de los propósitos planteados para el año escolar 2024.
Sería muy útil y conveniente una evaluación de ese tipo, pues sólo confrontando lo que se pretende al inicio de un proceso con los resultados obtenidos al finalizarlo pueden mejorarse los procedimientos, corrigiendo errores y ampliando el alcance de los aciertos.