“Tengo noctalgia”, le dije a un amigo que llegó desde el fin del mundo, para tomarnos un café. Me preguntó qué es eso. Así que salimos de la cafetería para mirar al cielo cochala. Elevó la vista y me dijo que veía estrellas. Y que un grupo de ellas le parecía un barrilete (volantín o volador para que me entiendan).
“Es la Cruz del Sur” le dije. Me comentó que nadie le explicó cuáles son las constelaciones, pero estaba curioso por saber sobre ellas, más aún, viviendo en Ushuaia, punto austral y bastante alejado de la contaminación lumínica.
Mi amigo tiene suerte. Allá puede ver lo que en las grandes y medianas ciudades no vemos de noche, y es el espléndido cielo nocturno.
Te puede parecer una nimiedad, pero no lo es. Quedarnos sin ver las estrellas, es perder el rumbo y el enfoque de quiénes somos y a dónde nos dirigimos. Además de perder un sueño de calidad, porque la iluminación nocturna impide que duermas bien y tengas un sueño reparador.
Aparna Venkatesan, cosmóloga, y John Barentine, astrónomo, han acuñado el término "noctalgia" para describir el dolor asociado con la pérdida del acceso al cielo nocturno debido a la contaminación lumínica. La mayor parte de esta contaminación proviene de fuentes terrestres, y aunque la iluminación es necesaria para la seguridad, Cochabamba está en un proceso de recambio de iluminación al sistema LED, tengo mis dudas sobre la transparencia de este proceso, pero la reflexión va mucho más allá.
La pérdida del cielo nocturno tiene impactos culturales inmediatos. Resulta irónico que la gente hable de Mercurio retrógrado sin haber visto realmente al planeta Mercurio (que por ahora es visible en los atardeceres) o que sepan de memoria su signo zodiacal, sin reconocerlo en el cielo.
Durante miles de años, la observación del cielo nocturno nos permitió predecir estaciones del año, ciclos de cultivos, la duración de un año, o determinar que cinco objetos en el cielo, se mueven de forma “errante”. De hecho, la palabra “planeta” viene el griego “planetes” que significa errante y no “plano”. Estos son los planetas visibles a simple vista (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno). Después, con la invención del telescopio y las leyes de Newton a favor, se descubrió a Neptuno y Urano. Ver el cielo nocturno es un profundo ejercicio de pensamiento crítico, científico y altamente concreto, ver el cielo nocturno es una forma de mirar la vida, descubriendo su belleza en los detalles, reales, tangibles y visibles, y no conectados con el pensamiento mágico.
Ver el cielo nocturno, te hará descubrir que una lluvia de meteoros es cuando hay meteoros en una zona del cielo, a razón de uno por cuatro minutos, y no las fotos trucadas donde muestran decenas de meteoros al mismo tiempo. Ver el cielo nocturno, te hará ver un punto rojo en el cielo, y recordar tus clases de Mitología, y descubrir que Marte es el dios de la guerra, y pensar, ¿cómo podríamos llegar ahí?, ¿cuál será la órbita de Marte en relación a la Tierra para enviar un robot allá? ¿Podremos sostener la vida humana en ese planeta? Ese tipo de preguntas, están llevando a la ciencia al siguiente nivel. Ese tipo de preguntas están haciendo que chicos de colegio piensen cómo mover un rover en el suelo marciano, o aterrizar un vehículo de 800 kg a una velocidad de 27.000 km/h al ingresar al planeta. Ese pensamiento, en tus hijos, logrará mostrarles el mundo como es y cómo podría ser.
Apaga las luces de las pantallas, del teléfono, de la TV y de los preconceptos, y sal a ver el cielo nocturno. El hierro de tu sangre, el calcio de tus huesos, el oxígeno de tus pulmones se formó allá arriba, somos, en esencia, polvo de estrellas.