Hace poco fue Luna llena. Escribí estas palabras admirándola. El plenilunio coincidió con una fecha importante: cada 20 de julio se celebra el Día Internacional de la Luna, recordando la llegada de Neil Armstrong y Buzz Aldrin a la superficie lunar. Un hecho tecnológico sin precedentes. Sin embargo, durante los últimos años, este hecho ha cohesionado a un pequeñísimo grupo de negacionistas y conspiracionistas, para convertirse hoy en una tendencia que, ante cualquier publicación relacionada con el tema, aparecen negándolo con un “Me Divierte” o preguntando ante las fotos “¿por qué no se ven las estrellas?”. Respuesta que podría dar un chico de colegio con 5 minutos de conocimiento de fotografía.
Por supuesto, podríamos deshacernos en argumentos y pruebas a favor, pero para quienes sus fuentes son sólo un documental en YouTube con la palabra “despierta” o “la verdad devela” y tres posteos de Mr. Tartaria, es como alimentar a un cerdo con perlas: Una pérdida de tiempo.
Cabe destacar que la entonces Unión Soviética fue la ganadora de la carrera espacial. Fueron los primeros en colocar a un hombre y a una mujer en el espacio, fueron los primeros en orbitar la Luna, y fueron los primeros en poner un objeto no tripulado en la Luna, además de llegar a Venus y otros hitos. Ciertamente, la URSS nunca ha desmentido la llegada del hombre a la Luna por parte de Estados Unidos. Más bien, en años posteriores, y tras la caída del régimen, empezaron a colaborar con la NASA, y con todas las agencias espaciales, poniendo su Estación Mir al servicio del conocimiento científico espacial, así como su plataforma de despegue Baikonur.
Y éste es el mayor argumento a favor de la llegada del hombre a la Luna. El mayor enemigo de los Yankees Imperialistas, el mayor competidor en plena guerra, nunca ha desmentido la llegada del hombre a la Luna.
Puntualmente así sucede en Bolivia con los negacionistas economistas que pintados de azul, por dentro o por fuera, le echan la culpa de la falta de dólares a los bancos, a las políticas restrictivas, o a cualquier argumento no válido, y miran a un costado, cuando les muestras los miles de millones de dólares que se dilapidaron en el gobierno de Evo, con la venia de su gran ministro de economía, hoy devenido en presidente; el Museo de la Revolución, en Orinoca, es uno de los grandes ejemplos: construir una adefesio con $us 7 millones, en un pueblo donde sus habitantes sobreviven con un dólar al día, pero tienen el “honor de guardar los regalos que el Emperador Evodes ha recibido en sus viajes”.
Hoy puedes presentarles todos los argumentos económicos para demostrarles la realidad, pero son tontos de solemnidad, y ciegos intelectuales, porque han mamado mucha propaganda política que los ha idiotizado.
Y justificando su voto, le echan la culpa a gestiones anteriores, a las retorcidas palabras como neoliberalismo o capitalismo, y se aferran a cuanto argumento maniqueo ponen por delante. Finalmente, si el hombre llegó o no a la Luna, da lo mismo, las pruebas están ahí y puede que tú quieras creer o no. Hechos antes que opiniones.
Pero en este caso, los negacionistas nos están arruinando el día, porque mientras reciben un salario mensual de la institución pública donde trabajan, llámese universidad, ministerio, o alcaldía, el 80% de los bolivianos, es informal, y sobrevive el día a día con lo que puede.
Los negacionistas son los peores, porque se están perpetuando en el poder a nuestra costa.
Ojalá tengamos la capacidad de la NASA para mandarlos a la Luna, para que vean cuán lunáticos son por defender lo indefendible.