El Congreso brasileño eligió este lunes a dos aliados del gobierno para comandar las cámaras de Diputados y Senadores, una importante victoria para el presidente Jair Bolsonaro, que busca dar un nuevo impulso a su proyecto con miras a la reelección en 2022.
Por 302 votos entre 513 miembros, Arthur Lira (PP, derecha) se impuso en primera vuelta como presidente de la Cámara de Diputados, mientras que Rodrigo Pacheco (DEM, centro-derecha) fue elegido como líder del Senado por 57 apoyos de 81 posibles.
Bolsonaro se hizo eco de los resultados en Twitter, publicando sendas fotos en las que aparece sonriendo junto a los nuevos líderes del Congreso.
En Brasil, los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, que se renuevan cada dos años, determinan la agenda de votaciones. El líder de la cámara baja decide, además, si admite los pedidos de juicio político (“impeachment”) o si los guarda en un cajón.
Lira prometió “neutralidad” al comandar la Casa y pidió un minuto de silencio en homenaje a las víctimas del covid-19.
El único de los siete adversarios con posibilidades de desafiar a Lira era Baleia Rossi (145 votos), del MDB, que contaba con el apoyo del actual líder de la Cámara, Rodrigo Maia (DEM), y de los mayores partidos de izquierda, entre ellos el PT.
Durante su gestión, Maia apoyó la agenda económica liberal del gobierno pero obstruyó el avance de las propuestas del mandatario ultraderechista o de sus aliados de la bancada evangélica en materia de seguridad, protección ambiental o derechos de las minorías.
La elección, presencial y secreta, se desarrolló en un plenario atestado de lesgisladores, que a pesar de usar mascarilla no parecían preocupados con mantener una distancia segura para evitar la transmisión del coronavirus.
Peticiones de impeachment
Tanto Lira como Pacheco pertenecen al llamado “centrao” (el gran centro), un grupo de cuño conservador integrado por varios partidos, pero reputado sobre todo por aliarse con quien más les ofrezca en cargos u obras públicas para sus circunscripciones.
Muchos de esos partidos integraron la base de la presidenta Dilma Rousseff (2011-2016), pero cuando ella se vio debilitada votaron por su salida.
Hay actualmente unas 60 peticiones de destitución contra Bolsonaro, una veintena de ellas por su caótica gestión de la pandemia, que ya ha dejado unos 225.000 muertos en Brasil.
Bolsonaro, que hizo campaña fustigando la “vieja política” del ‘toma y daca’ y actualmente no está afiliado a ningún partido, ha ido cediendo espacio al “centrao” para asegurarse apoyo.
Los mercados esperan que el entendimiento entre el Ejecutivo y el Legislativo permita avanzar con el programa de ajustes y privatizaciones. La Bolsa de Sao Paulo cerró el lunes con un alza de 2,13%, alentada por esa perspectiva y por el apaciguamiento de la agitación en Wall Street.
Pero si bien la alianza con el “centrao” es clave para Bolsonaro, los analistas advierten que es un apoyo que cuesta caro, y podría convertir al gobierno en su “rehén”, dado el contexto de fragilidad económica y caída de popularidad del mandatario, en plena segunda ola de coronavirus.
A pesar de mantener una base importante, el índice de aprobación de Bolsonaro cayó de 37% en diciembre a 31% en enero y el de rechazo subió de 32% a 40%, según el instituto Datafolha.
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